Cuando se dice que una universidad tiene gobernabilidad se hace referencia a que es una institución lo suficientemente madura para administrar sus diferencias, en ningún momento pierde de vista sus objetivos de crecimiento y su visión organizacional, y responde a sus propios retos con su propia estructura (jurídica, administrativa y financiera), procesos académicos y actores, sin que se afecte la calidad y estabilidad de su actuar ni requerir de una intervención externa.
Es decir, una universidad con gobernabilidad es aquella que genera confianza y certidumbre en sus acciones y decisiones, ya que estas no responden al amaño de intereses particulares, sino que por el contrario gestiona un plan estratégico de acción que orienta su cotidianidad. En este tipo de comunidades hay diálogo y respeto permanente y visible entre todas las instancias y actores que despliegan un espíritu universitario acorde a sus postulados misionales y una pasión inequívoca y transparente por la calidad y la calidez de su servicio educativo y por el compromiso con el país.
Los diversos estudios sobre gobierno universitario, incluidos los análisis que, en Colombia, han hecho el Ministerio de Educación Nacional y el Consejo Nacional de Acreditación CNA, coinciden en definir estas características como esenciales para que se dé una debida gobernabilidad:
Primera, que sea un gobierno “Participativo y Democrático”; es decir, que, en medio de las diferencias, todos los miembros de la comunidad se sientan debida y efectivamente consultados y representados frente a los temas esenciales del devenir universitario y respetando la normatividad que les regula.
Segundo, que sea “Legal y Legítimo su actuar”; es decir, que todas las decisiones y elecciones estén debidamente soportadas en fundamentos legales (estatutos, reglamentos, decretos…) y que tanto las actuaciones de los directivos y representantes como las directrices que
comprometen a la comunidad universitaria, sean respetuosamente reconocidas y acatadas por ésta.
Tercero, que sea “Eficaz y Efectiva”; es decir, que la estructura, actores y gobierno de la Universidad garanticen resultados concretos y de calidad a la luz de los objetivos propuestos, como producto de un trabajo planeado, comprometido, articulado y técnico.
Finalmente, que sea “estable”, con una cultura armónica, en donde la comunidad universitaria pueda construir conocimiento, redes y planes en torno de su visión estratégica con la certeza y tranquilidad de que los proyectos de mediano y largo plazo son un referente de su evolución; que los cambios de políticas son producto de la concertación y no del capricho, y que ajustes a la estructura organizacional o la llegada de nuevos directivos académicos y administrativos, son producto de la innovación, el crecimiento organizacional y en especial del mérito y el reconocimiento a los liderazgos comprometidos a favor de la Universidad y no de intereses particulares.
A diferencia de las universidades con problemas de gobernabilidad, en la UNAD no hay paros de estudiantes ni de docentes, ni huelgas de hambre; no hay deudas ni retrasos en el pago de la nómina de sus docentes y colaboradores en la gestión; no hay debates irrespetuosos, recusaciones entre miembros del Consejo Superior Universitario o permanentes acciones judiciales para trabar su diario actuar; no hay daño malintencionado ni deterioro de la planta física en ninguna de sus casi 70 sedes en todo el país; no se ha cuestionado el actuar de su dirección con respecto a la promoción de los derechos de los más vulnerables; no se han denunciado, porque no las hay, prácticas de pagos a funcionarios o contratistas que no trabajan, inversiones no justificadas, indebida intervención de políticos o grupos violentos (de cualquier expresión); y se vive plenamente la autonomía que la Constitución Política y la Ley 30 de 1992 le reconocen, pero también se rinden cuentas.
Si bien los hechos confirman que la UNAD de hoy es vivo ejemplo de plena gobernabilidad universitaria, es propio de la génesis de la Universidad misma, en el mundo, y del espíritu renovador, cambiante y crítico de la academia, buscar nuevos escenarios para la toma de decisiones, la representación, el reconocimiento de la autoridad y las elecciones de voceros de la comunidad universitaria, entre otros aspectos. Por ello, escenarios como el Encuentro de Líderes Transformadores sirve para reunir aportes que permitan identificar niveles de reconocimiento de la comunidad universitaria en torno de la gobernabilidad de la Institución.
Este escenario conlleva a conocer, comprender y reflexionar en torno de aspectos como, por ejemplo, el papel de las redes estamentarias, la efectividad de los mecanismos de participación, el rol clave de los consejos y comités, el valor democrático de la representatividad, el ejercicio responsable de la autonomía universitaria, la transparencia de los mecanismos de elección, el respeto y acatamiento de los reglamentos y el valor misional y visionario de los diferentes estatutos cuya construcción colectiva fortalece la legalidad y legitimidad de la gobernabilidad institucional.
El desafío Unadista de lograr la reacreditación institucional en 2.025 y cumplir a cabalidad el
Plan Desarrollo 2023-2027 “Más UNAD, más Equidad”, demanda un decidido compromiso de
todos los líderes por atender sus responsabilidades, cumplir las metas, trabajar en equipo,
integrarse en el metasistema y entender, aportar y contribuir a la promoción de estrategias
proyectadas a la luz de la UNAD 5.0.
Las siguientes 10 estrategias competen a toda la comunidad Unadista y, para el éxito del XXIV,
Encuentro de Líderes Transformadores, es esencial que todos los asistentes:
a) Sepan definir las características, forma de operación y alcances de cada una de las
estrategias que como parte del consenso logrado durante el evento les permita
comprometerse antes y después del encuentro con su ejecución y la obtención de
resultados visibles y viables.
b) Estén en capacidad de asumir una posición reflexiva y constructiva sobre la forma
cómo, desde su experiencia y rol institucional, cada estrategia puede vivenciar, u
optimizarse en su respectivo ámbito de actuación.
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